miércoles, 16 de febrero de 2011

KIRIKU Y LA MONTAÑA II (o cómo la escuela interviene en los aprendizajes escolares)

La actividad de escalar aporta mucho al desarrollo de los niños: coordinación de movimientos, coordinación sensorial, equilibrio, percepción de la realidad desde diferentes ángulos, planificación de la propia actuación,... Pero el sistema escolar no parece haberse percatado de ello (afortunadamente), porque si lo hubiera hecho habría intervenido. Y los resultados bien podrían haber sido los siguientes:
  1. Como la escalada forma parte esencial del desarrollo de los niños, aparece en el currículo oficial como objetivo general a conseguir al acabar la etapa educativa. Por tanto, el centro escolar lo establece en su proyecto, y así, en la programación para el grupo de cuatro años se especifica que se trabajará en el segundo trimestre, evaluando si al finalizar éste los niños son capaces o no de escalar una pendiente no muy empinada pero de al menos cinco metros de longitud.
  2. Cuando comienza la Unidad Didáctica Mi calle (muy adecuado para hacerlo de forma globalizada), la maestra sale con los niños y van a la pendiente de la que hablábamos anteriormente. Primero les muestra cómo hacerlo con palabras y después con una demostración práctica (por supuesto no se cae, le machacaron mucho a ella la escalada en el colegio de curas al que fue de pequeña). Después les dice a los niños que la imiten, Algunos arremeten la subida entusiasmados, otros dudan, y esperan la aceptación de la seño, que los va corrigiendo o ayudando. Y dos o tres (entre ellos mi Kirikú) se muestran bastante reticentes a hacerlo, bien por miedo, bien porque se sienten torpes, bien porque les atrae más la comunidad de hormigas que hay allí abajo.
  3. La profe les insiste, y si se hacen los remolones los amenaza sin recreo. La estrategia funciona con alguno, pero Kirikú da dos pasitos y se hace el sueco.
  4. Al finalizar la Unidad Didáctica Kirikú tiene un no progresa en el informe de evaluación. Y los que no habían conseguido subir solos hasta la cima un necesita mejorar. Se aplicarán refuerzos, apoyos, hablarán con las familias, preocupándolas. Éstas pensarán que sus hijos son vagos o tontos, y que no podrán ser ingenieros de caminos. Practicarán con los niños en el parque todos los días, enfadándose porque ellos preferirán jugar a los coches con Espiderman, (que por cierto, sí ha cumplido) en vez de trabajar.
  5. Quizá consigan escalar solos hasta arriba, pero estos niños no sólo van a odiar la escalada para el resto de sus vidas, sino que nunca van a lograr hacerlo con soltura, pues sentirán que no lo hacen tal y como la profe y su mamá querían.
Por supuesto esto no ocurre con la escalada, pero sí con el lenguaje, las matemáticas, el inglés, la lectoescritura,... y es que, por motivos que desconozco, las competencias psicomotrices nunca han tenido mucha importancia en la escuela. Afortunadamente para Kirikú.






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